Es desde aquí cuando uno empieza a poner las cosas en claro y a establecer un cierto número de prioridades.
Desde aquí una asimila el cierto calor con el que siempre le despiden
las ciudades en las que ha vivido, y la angustia de deshacer las casas
que ha habitado metiéndolas por partes en cajas de cartón.
Es aquí mismo donde una recorre desde tan lejos las paredes que le
guardaron en invierno, donde vuelve a saborear la quietud de una mesa en
la terraza del café del barrio, iluminada tímidamente por unos
valientes rayos de sol.
Ahora mismo recuerdo sonrisas y cenas compartidas, tardes sola tirada en
el edredón morado y domingos por la mañana cantando a pleno pulmón y escribiendo papeles y libretas insaciables.
También saciaste mi sed de tangos bien acompañada, los dos girando como
locos, el mundo era nuestro, eso creíamos firmemente desde un lugar muy
sencillo, mi pequeña habitación.
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