domingo, 1 de julio de 2012

Cuídense la inocencia

Aparentemente, de vez en cuando los adultos se toman el tiempo de sentarse a contemplar el desastre de sus vidas. Entonces se lamentan sin comprender y, como moscas que chocan una y otra vez contra el mismo cristal, se inquietan, sufren, se consumen, se afligen y se interrogan sobre el engranaje que los ha conducido allí donde no querían ir.
Los más inteligentes llegan incluso a hacer de ello una religión:¡ah, la despreciable vacuidad de la existencia burguesa! Hay cínicos de esta índole quecomparten mesa con papá: «¿Qué ha sido de nuestros sueños de juventud?»,preguntan con aire desencantado y satisfecho. «Se han desvanecido, y cuán perra es la vida...». Odio esta falsa lucidez de la edad madura. La verdad es que son como todos los demás: chiquillos que no entienden qué les ha ocurrido y que van de duros cuando en realidad tienen ganas de llorar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario